Borges, donde lo ficticio se torna realidad
Jorge Luis Borges, El maestro de la ficción contemporánea, nos ha demostrado lo versátil que puede ser la mente humana, al diseccionar entre lo ficticio y lo real, nos impresiona su habilidad abrumadora para extrapolar conceptos sublimes y abrumadores de lo que llamamos ficción. Las obras de Borges han contribuido ampliamente a la literatura filosófica, al realismo mágico, al posestructuralismo y al género fantástico.
Intertextualidad y Ficción
Borges ejercita su vacilante pluma en sus textos flagrantemente intertextuales, etiquetados por él mismo como «ambiguos ejercicios» sobre los cuales no se tiene mayor derecho que el que podría tener un traductor o un lector. Es decir, su actividad escrituraria es concebida como un ejercicio que permite luego pasar a una «trabajosa composición» de ficciones.
Intertextualidad y Ficción, pues. Borges expone ficciones que se inscriben en el universal ámbito de lo intertextual, su filiación es ampliamente declarada y su participación como escritor denigrada y soslayada. En efecto, en el mismo prólogo que antecede la impresión de sus historias infames, Borges añade las siguientes palabras:
«(Estas historias) son el irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar (sin justificación estética alguna vez) ajenas historias. De estos ambiguos ejercicios pasó a la trabajosa composición de un cuento directo -"Hombre de la esquina rosada"- que firmó con el nombre de un abuelo de sus abuelos, Francisco Bustos, y que ha logrado un éxito singular y un poco misterioso».
Enmascarado y defendido por «uno de esos abuelos» que combatieron en las luchas de independencia de la Argentina y que Borges tanto admira, este joven tímido e irresponsable se lanza a la tarea de «falsear y tergiversar» ajenas historias. Es decir que tanto en el nombre como en la acción que le da sentido al nombre, Borges se esconde detrás de alguien o de algo. Este esconderse que se traduce por falsearse determina, a pesar de la ambigüedad aparente de los términos empleados, un nuevo concepto explícito de la escritura. Una confesión expresa de la intertextualidad, una relación con lo escrito antes, una negación de la individualidad del escritor, una corroboración de la escritura como saber colectivo.
Si a esta constatación añadimos el título que ostentan los libros mencionados la corroboración se magnificará: Historia universal de la infamia testifica en su capacidad abarcadora el mundo, expresado en su universalidad, y el intento de compilar el saber o registrar los hechos humanos que connota la palabra historia. Si a este título agregamos el de Historia de la eternidad, libro que continúa cronológicamente el de la infamia, esta constatación se vuelve en sí misma una hipérbole.
La intención de intertextualidad es delirante y así se nos declara en la vociferación implícita del título que llevan los libros y los cuentos mismos, en los prólogos con que empieza cualquiera de sus impresiones -y que ahora ha publicado con ese título, Prólogos- en las alusiones falsas de sus textos, en el aparato crítico falaz y sin embargo académico que los sustenta, en la minuciosa pero a la vez rápida incursión por las erudiciones, en su continuo tránsito inexorable por las enciclopedias que inician sus relatos y que encarnan su andamiaje, en su obsesiva visita a las filosofías, en su pertinaz relación con autores del pasado. Es más, la intertextualidad es el cuerpo de la ficción.
La intertextualidad borgiana abre el camino a la lectura plural, a la reescritura de lo leído. En Borges converge el creador universal y desaparece el escritor que el individualismo romántico nos ofrece como estereotipo. Firmar un texto o antologarlo viene a ser lo mismo y en su estructura Borges convoca a la vez el problema mismo de la escritura y de su teoría, o mejor, de la composición del relato expuesto.
Infame o Cruel
En la literatura, el “personaje” es visto como una mera personalización del individuo, del sujeto que actúa. Es en el yo donde se define la personalidad a través de los actos que realiza y en algunos casos, donde se demuestra la carencia de una identidad, de una caracterización. Asimismo, representa la implantación o la falta de un sistema de valores dentro del contexto en que habita. En Historia Universal de la infamia (1998), estos personajes naturalizan el elemento vital para que la ficción tenga lugar.
La configuración del que yo llamo “crueldad borgesiana”. ¿Cuál es la singularidad de los personajes en esta obra? Debemos considerar que su vitalidad radica en que al ser los más numerosos dentro de la narración funcionan como eje direccional. Un mismo sujeto es irremplazable porque obedece al “desdoblamiento”, un cambio repentino y no premeditado en la personalidad. Aunque cada uno posea atributos muy específicos, es de vital importancia recordar que su predominancia responde a una misma ideología, dando lugar así a un nuevo multiverso literario.
Borges se da a la tarea de utilizar al personaje cruel con la simple convicción de reflejar los valores contrarios dentro de una sociedad. Realiza distinciones en su conducta y forma de ver el mundo para que de ese modo la sociedad ejerza presión y actúe contrariamente a lo establecido. El personaje no tiene la voluntad de decidir qué camino tomar; el escritor ya le ha asignado una de esas etiquetas que el lector tiene la obligación de encontrar para reconocer sus virtudes latentes.
Lo infame de Borges no tiene una función vana, no pretende el escritor insertar a ese personaje sólo porque sí. Busca algo más que argumentar que existen seres benignos y malignos. Dichos personajes siempre tienen una función implícita, aunque para el lector no sea clara. Se trata de un elemento más del que el autor hace uso para cumplir otra de las funciones de la literatura, que es la de recordarle al lector la existencia. Finalmente, los cuentos de Jorge logran que el lector se identifique con el personaje para que además se percate de esa realidad dentro de la ficción que rodea al infame y la suya propia, definiendo e identificando los modelos de conducta que ha de seguir.
«Que un individuo quiera despertar en otro individuo recuerdos que no pertenecieron más que a un tercero es una paradoja evidente. Ejecutar con despreocupación esa paradoja es la inocente voluntad de toda biografía.»
➣ J. L. Borges | Siete Noches (1980)
Jorge Luis Borges falleció en Ginebra, Suiza el 14 de junio de 1986, y con ello muere una de las luces que mayor supo apreciar la superlatividad de la ficción, su creación y sus ensayos prefiguran sus ficciones. El ejercicio ambiguo que desemboca en la composición se inicia en la metafísica que para Borges es una rama de la literatura fantástica, concebida como invención y, como construcción Borges reseña las cosmogonías, las relata traduciéndolas a su lenguaje y luego las incorpora a su ficción.
Galardonado con numerosas ocasiones, fue también polémico por sus posturas políticas conservadoras: su importancia continúa siendo causa de debate, particularmente por la posibilidad de que éstas le hayan impedido obtener el Premio Nobel de Literatura, al que fue candidato durante casi treinta años.
En la literatura de Borges, el lector seguirá encontrando en esos personajes con parvedad de conciencia, infames y malvados la verdadera esencialidad del ser.