Las inquietudes del joven Nietzsche

By Mario González

Las inquietudes del joven Nietzsche es un artículo que presenta el pensamiento filológico de Nietzsche. Pensamiento que estuvo destinado durante mucho tiempo a ser considerado como una etapa sin importancia — dando por hecho que su «etapa filológica» –como se acostumbrará a llamar– no fue más que «uno de esos amores de juventud» y que su verdadero trabajo son sus escritos filosóficos posteriores.

Gracias a los estudiosos del pensamiento nietzscheano y a la sociedad española de estudios Nietzsche (SEDEN), se sabe que la filología en Nietzsche no fue solo una etapa sino un camino, un pivote, la lampara con la que alumbrará su porvenir. Una lectura seria, inteligente y detenida –como lo dirá Diego Sanchez Meca– «permiten descubrir en estos escritos determinados precedentes filosóficos» Y es que Nietzsche no entendía la filología como un fin en sí mismo, sino como un instrumento de crítica para la transformación de la cultura.

Archivo-Nietzsche en Weimar

La Sociedad Española de Estudios Nietzsche (SEDEN) se consagró a la tarea de crear y difundir un aparato crítico exhaustivo para darnos a conocer el pensamiento de Nietzsche. En el año 2005 se publica el primer volumen de su correspondencia –primero de cuatro–. Recogiendo, por vez primera en castellano, la traducción completa y anotada de las cartas que Nietzsche escribió. No conformes con esto, en el año 2010 sale el primer volumen de también cuatro de los Fragmentos Póstumos de Nietzsche. Que se trata, nada más y nada menos, de la recopilación crítica y meticulosa de sus apuntes privados. Esto nos ayuda a entender, entre otras cosas, cómo Nietzsche gestaba sus obras, cuál era su interés, su visión, sus inquietudes. Se pueden ver las tesis principales de sus libros mucho antes de que incluso empezara a escribirlos. Y, por último, se publicó en una edición crítica las Obras Completas de Nietzsche en cuatro volúmenes. Dedicando el II volumen al pensamiento filológico de Nietzsche. Y rompiendo, de una vez por todas, la opinión desinteresada de sus escritores juveniles.

Como consecuencia del entusiasmo que me proporcionaron estos estudios me propuse a escribir este breve artículo que hablará –desde su brevedad– sobre las inquietudes del joven Nietzsche antes y después de lo que se ha llamado su primera obra cumbre El nacimiento de la tragedia. Quise incluir en estas líneas algunos pasajes de su correspondencia para así visualizar cómo Nietzsche expresaba ante sus amigos y familiares algunas de sus ideas, fuera del hermoso estilo de sus obras culminadas.

Miembro de la asociación juvenil Franconia. Sentado en la segunda fila, tercero desde la izquierda. Verano de 1865

I. Las inquietudes del joven Nietzsche

Luego de haber estudiado seis años en la Escuela de Pforta, Nietzsche decide por influencia de su madre estudiar teología en la Universidad de Bonn y así poder continuar la gran tradición familiar de pastores protestantes. En esta decisión también influyó la amistad con su amigo Paul Deussen, por el hecho de poder vivir allí con él. Con el paso del tiempo su decisión de dejar los estudios teológicos se fue haciendo cada vez más fuerte, especialmente después de haber leído La Vida de Jesús de David Strauss. En una carta que dirige a su hermana Elisabeth el 11 de junio de 1865 (uno de los primeros testimonios críticos en relación al cristianismo) hace una exposición clara y determinante de sus principios:

Toda fe verdadera es también infalible, y da lo que el creyente espera encontrar en ella, pero no ofrece el más mínimo soporte para fundar una verdad objetiva. Aquí se dividen los caminos del hombre; si quieres alcanzar la paz del alma y la felicidad, entonces cree; pero si quieres ser un discípulo de la verdad, entonces investiga (págs. 336-337. Vol. I)

La búsqueda y la investigación serán los caminos que acompañarán su vida, llevándolo a incursionar en el ámbito de la filología y luego al de la filosofía. Los recuerdos de sus años en la Universidad de Bonn son fatales para él, Cualquiera de mis trabajos en la escuela era mejor, nos dice en una carta. Su nueva vida luego de Bonn también está influenciada por un amigo, entonces se trata de Carl von Gersdorff, quien le da la sugerencia de ir a Leipzig.

Nada más escribirme diciéndome que querías ir a Leipzig, también me he decidido yo a hacerlo. Así pues, nos volveremos a encontrar. Después de haber tomado esa decisión, me enteré también de que Ritschl se iba, y eso me convenció todavía más. Quiero entrar en Leipzig, en cuanto sea posible, en el seminario de filología y trabajar de lleno en él. Allí podemos disfrutar abundantemente del teatro y de la música (pág. 332. Vol. I)

Erwin Rohde, Carl von Gersdorff, Friedrich Nietzsche. Octubre de 1871.

Los años de Leipzig fueron significativos por dos acontecimientos intelectuales que marcarían rotundamente su vida. Por una parte, el descubrimiento de la filosofía de Schopenhauer[1], y, por otra parte, el encuentro con el músico Richard Wagner[2]. Sus trabajos académicos fueron brillantes, en especial uno titulado «Sobre las fuentes de Diógenes Laercio» (disertación latina que obtuvo el premio de la Universidad de Leipzig) publicada en el Rheinisches Museum, que lo llevó a adquirir el título de Doctor, sin tesis doctoral y sin examen, además de conducirlo al puesto de catedrático de filología en la Universidad de Basilea.

Antes de aquellos dos acontecimientos, la preocupación de Nietzsche oscilaba entre la música y la composición, desde sus años en la Escuela de Pforta, pasando por la Universidad de Bonn, la llegada a Leipzig y su estadía en Basilea. Y aunque debido a sus estudios de filología, este oficio es puesto a un lado por las grandes ocupaciones que denota su actividad como estudiante, se observa la necesidad de encontrar un tema filológico que se deje tratar musicalmente; una síntesis entre su espíritu de búsqueda y sus inquietudes musicales.

No será hasta el encuentro personal con Richard Wagner que sus ambiciones se harán realidad. Nietzsche queda embelesado con Wagner. Es interesante rescatar aquí la hipótesis de uno de los más grandes biógrafos de Nietzsche, Curt Paul Janz, quien afirma que el joven Nietzsche aceptó su nombramiento como filólogo en Basilea solamente por el hecho de estar cerca de aquel hombre grandioso para él. Pues antes de este encuentro Nietzsche le había expresado a su amigo Rohde su necesidad de abandonar la filología tras la propuesta de irse a estudiar química. En este sentido rescatamos la siguiente carta a su amigo Gustav Krug donde dice: «Esos días que he pasado este verano en Tribschen son sin lugar a dudas lo más valioso de mi estancia como profesor en Basilea» (pág. 80 Vol. II) (Tribschen fue el hogar de Richard Wagner entre marzo de 1866 y abril de 1872)

Nietzsche en estos momentos regresa a sus ambiciones musicales e intenta dar unos formatos teóricos a la relación entre su profesión como filólogo y sus preocupaciones musicales. La trabazón de ello se lo da un libro crucial de Richard Wagner titulado Beethoven, al que Nietzsche bautizará como filosofía de la música. Esta filosofía de la música es, en realidad, un acercamiento a la filosofía de Schopenhauer, una interpretación de El mundo como voluntad y representación, particularmente lo señalado en el parágrafo 52, que trata sobre música. Encontramos aquí un año antes de la publicación del libro de Nietzsche a dos hombres que estaban discutiendo acerca del valor filosófico de la música. Desde esta perspectiva no solamente Wagner influye en Nietzsche sino también Wagner se ve influenciado por las inquietudes de su amigo. Una reciprocidad intelectual inunda su amistad. Reciprocidad que es partícipe de grandes discusiones en torno a la filosofía, el arte y la música. Es lo que, de manera espectacular, ha caracterizado Santiago Guervós como los centauros del joven Nietzsche.

A pesar de la excepcionalidad de sus trabajos filológicos, Nietzsche continuaba un camino que le seguía sin convencer y que es puesto bajo anestesia por medio de las conversaciones filosóficas con sus amigos, así como por una composición titulada «Eco de una noche de San Silvestre»[3] que es compartida con sus amigos sintiendo una gran emoción y sorpresa por el hecho de que no había compuesto desde hace seis años. Antes de su composición, a mediados del año 1869, dicta una conferencia para la lección inaugural titulada «Homero y la filología clásica»[4], ante un auditorio lleno de especialistas filólogos. Allí se atrevió a insinuar que el lugar de los filólogos se encuentra allí donde moran los poetas, los pensadores y los artistas. Tal conferencia fue causa de grandes polémicas entre el mundo académico y sus colegas. Por lo que, de modo más paradójico cuando Nietzsche había llegado a la cima de su reconocimiento como filólogo, comenzó paulatinamente su derrumbe en cuanto a lo académico se refiere.

En este mismo ambiente es donde Nietzsche empieza a perfilar lo que será su primera obra filosófica: El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música. Para ello recorreremos brevemente la historia de su publicación, sus grandes inquietudes y el alboroto causado.

II. Historia de la publicación de El nacimiento de la tragedia

Antes de empezar a escribir lo que sería propiamente la historia de la publicación de El nacimiento de la tragedia, valiéndome de la correspondencia para establecer algunos hallazgos, es interesante remontarnos a una carta del joven Nietzsche escrita el 12 de julio de 1864 a su amigo Rodolf Buddensieg, en donde es posible observar un interes asiduo por la música. Esta carta es de sumo valor, aquí Nietzsche con tan solo veinte años menciona palabras que se convertirán en claros antecedentes de lo que más tarde expondrá en El nacimiento de la tragedia como presupuestos de su filosofía de la música y de aquel tema filológico tratado musicalmente. Veamos lo que dice:

No piense usted que la causa de esta intuición está en el sentimiento, en la sensibilidad; no, tiene su origen propiamente en la esfera más elevada y más refinada del espíritu cognoscente. ¿No es quizás como si usted se abriese un vasto espacio insospechado? ¿No tiene usted la impresión de descubrir con la mirada otro universo, que por lo general permanece oculto al hombre? Mientras se produce esta intuición espiritual, el oyente se acerca al compositor más que nunca. No existe en el arte ningún efecto superior a éste; ese mismo efecto es una fuerza creadora. Quizás le parezca inadecuada la expresión que yo mismo había elegido hace dos años, cuando escribí a mis amigos un buen número de páginas sobre este tema; definí este efecto como demoníaco. Si hay alguna sospecha de mundos superiores, ésta se oculta propiamente aquí. (Pág. 287 Vol. I)

El efecto demoníaco señalado arriba por Nietzsche en la carta parece ser la primera versión, en relación a la música, de lo que en El nacimiento de la tragedia denominará lo dionisíaco. Por otra parte, aquí parece estar ya esbozada de forma más sencilla una cita que encontraremos en El nacimiento de la tragedia en donde se puede leer que la música incita a intuir simbólicamente la universalidad dionisíaca, lo cual es otra forma de decir que el poder ontológico de la música está en su capacidad de ser símbolo de la verdad.

Pero no nos adelantemos, seis años después de aquella carta, Nietzsche como profesor de Basilea enuncia lo que sería su primera mención del libro aquí estudiado. Esta carta da seguridad de que su creación póstuma es producto de una larga secuencia de ideas, viejas ideas que se unen con nuevos pensamientos e ilaciones que van relacionadas con sus vivencias y experiencias más valoradas. Así, el 30 de abril de 1870, Nietzsche escribe a su amigo Erwin Rohde:

Si termino ahora unos pequeños ensayos (sobre viejos temas), quiero compilarlos en un libro, para el cual me vienen continuamente nuevas ideas. Me temo que no será una edición filológica, pero ¿quién puede enfrentarse a su propia naturaleza? Ahora comienza para mí el periodo del escándalo, después de haber suscitado por un tiempo una cierta complacencia al portar las viejas y bien conocidas pantuflas. Tema y titulo del futuro libro: “Sócrates y el instinto” (pág. 141 Vol. II)

No es, pues, difícil darse cuenta de que Nietzsche sabía del escándalo que produciría al publicar su libro, un escándalo que ya había percibido tras su conferencia «Homero y la filología clásica» pronunciada el 28 de mayo de 1869. Aquí, Nietzsche se profesa filólogo, pero afirma, al final, que toda filología debe estar enmarcada y sostenida por una visión filosófica del mundo. Nos dice: «La filología vive del crédito de varias ciencias (…) oculta en sí misma elementos artísticos, estéticos y éticos de carácter imperativo que se resisten obstinadamente a una sistematización científica» (Pág. 1, Basilea, mayo de 1869)

En otra carta escrita a su amigo Gersdorff, fechada el 7 nov. de 1870, le dice que ha escrito un ensayo titulado Sobre la visión dionisíaca del mundo, indicándole que se trata de estudios que ha hecho solo para él. Y escribe: «Solamente deseo que el tiempo me deje madurar como es debido y poder producir luego algo a partir de esa plenitud» (Pág. 167 Vol. II) De nuevo percibimos aquí cómo Nietzsche se prepara para su obra. Al igual, en una carta a su madre Franziska Nietzsche, sale a relucir un regalo de navidad a la señora Wagner (Cosima Wagner). Tal regalo no será sino una copia de su manuscrito de ensayo La visión dionisiaca del mundo, solo que decidió cambiarle el nombre, titulándole El nacimiento del pensamiento trágico. Es inevitable aquí pensar que ya ese nombre traía el germen de lo que será más adelante El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música.

Luego de varias creaciones literarias, en una carta fechada el 15 de diciembre de 1870, el escritor le escribe a Rohde la necesidad de liberarse del yugo académico tras la reflexión sobre el deber que tiene consigo mismo de romper con la filología y sus perspectivas formativas. En medio de este cansancio extremo decide escribirle una carta a Wilhelm Vischer-Bilfinger en donde le trasmite su enfermedad por el excesivo trabajo que ha tenido. La carta no es más que una petición, a modo de súplica, de que le otorgue la candidatura para la cátedra de filosofía dejada libre por Teichmüller, y que le otorgue la cátedra de filología a su amigo Rohde. En su carta, Nietzsche expresa cómo se siente desviado de sus pensamientos por las múltiples tareas profesionales. En palabras textuales, dice:

Enero de 1871. A la larga no puedo soportar esta coexistencia de instituto y universidad, porque siento que mi verdadera tarea, a la cual si fuera necesario debería sacrificar toda profesión, mi tarea filosófica, sufre con el hecho de que es rebajada a ocupación marginal. Creo que esta descripción indica, de la manera más clara, lo que aquí me consume y lo que no me deja un cumplimiento sereno y equilibrado de mi trabajo, lo que, por otro lado, me agota físicamente y acaba generando males como los actuales: los cuales, si retornan con frecuencia, me obligarían por razones puramente físicas a abandonar la profesión filológica. (Pág. 182. Vol. II)

Es claro que Nietzsche está asumiendo su tarea como una tarea filosófica, y que ahora, lo único que le impide desarrollar esa tarea es la excesiva cantidad de trabajo académico, trabajo que además le conllevan largos episodios de enfermedad. Sin embargo, el trabajo excesivo no resulta como impedimento para que siga desarrollando sus ambiciones personales. Es así como le anuncia a su amigo Rohde el 29 de marzo de 1871 que ha terminado un pequeño escrito para demostrar y legitimar mi capacidad filosófica (p. 194) titulado Origen y meta de la tragedia. Esta sería no menos que la primera versión de El nacimiento de la tragedia.

El 20 de abril de 1871 envió Nietzsche el comienzo del escrito con el título Música y tragedia al editor Engelmann en Leipzig. La carta que contenía el envío dice lo siguiente:

Como vera, busco explicar la tragedia griega de una manera completamente nueva; al hacer esto por lo pronto prescindo completamente de todo tratamiento filológico de la cuestión y solo mantengo ante los ojos el problema estético. Pero la tarea que me propongo consiste realmente en alumbrar a Richard Wagner, el enigma más singular de nuestro presente, en su relación con la tragedia griega. (p. 197. Vol. II)

Y como el editor no respondió al envío, hizo imprimir en una edición privada parte del escrito con el título Sócrates y la tragedia griega. Posteriormente, en otra carta a Erwin Rohde el 7 de junio de 1871, escribe que su librito ha tenido que ser reducido por exigencia del editor. A conciencia de esto, elabora un breve artículo y lo hace imprimir por su cuenta. El breve artículo no es más que la reelaboración de su vieja conferencia Sócrates y la tragedia[5]. Nietzsche envió ejemplares a sus amigos más íntimos. También en esta fecha escribió un artículo titulado Sobre lo dionisiaco y lo apolíneo, pero no saldría a luz como escrito independiente debido a que el editor Heinrich von Treitschke, de la revista titulada Preußische Jahrbücher (Anuarios prusianos), lo rechazó de antemano.

Finalmente, durante un encuentro con algunos amigos en Leipzig[6], le manda su escrito Die Geburt der Tragödie aus dem Geiste der Musik (El nacimiento de la tragedia desde el espíritu de la música) a un editor llamado Ernst Wilhelm Fritzsch[7], quien, a diferencia del otro, sí le aprobaría la edición. No fue sino luego de un mes, el 16 de noviembre de 1871, que mencionado editor le escribe una carta a Nietzsche aprobando el libro. Inmediatamente el 18 de noviembre, el filósofo le escribe una carta a su amigo Carl von Gersdorff anunciándole que el editor promete terminar la edición para navidades. «Hasta ahora tengo la mayor confianza en el escrito: se venderá mucho y el creador de la viñeta debe prepararse para un pedacito de inmortalidad» (Pág. 234). Luego en una carta a su amigo Rohde, escribe:

Toda la parte final, que aún no conoces, te va a asombrar seguro, he sido muy osado, pero puedo exclamar en un sentido verdaderamente excepcional: animam salvavi: por ello pienso en el libro con gran satisfacción y no me intranquilizo, aunque sea recibido con el mayor escándalo y se eleve desde algunos lados un “grito de indignación” tras su publicación (Pág. 243)

Finalmente El nacimiento de la tragedia aparece por primera vez el 2 de enero de 1872, y se hace envío a todos los destinatarios que había seleccionado Nietzsche. Especialmente Richard Wagner a quien le cuenta que el paquete había partido desde Leipzig el 29 de diciembre del año 1871. Tras un largo párrafo de agradecimientos a su persona y de sentimiento de orgullo por haberlo conocido le escribe «¡Qué Dios tenga compasión de los filólogos si no quieren aprender ahora!» (Pág. 254) Señalando un claro rompimiento con la tradición que empezaba a rechazar.

En una carta a Gersdorff el 10 de enero de 1872, le cuenta sobre la impresión que ha causado su libro en Tribschen, señalando que Wagner le había expresado no haber leído nada más bello que su libro. Sin embargo, no todo fue alegría, a poco tiempo de enviar su librito, como le llamaba, empezaron las más duras críticas. Podemos captar ese ambiente por una carta a su amigo Rohde en donde le expresa:

Lo que tengo que oír sobre mi libro no es digno de crédito: por eso no escribo sobre ello. —. ¿Qué piensas al respecto? Una enorme seriedad me invade con todo lo que oigo decir de mi libro, porque en tales voces adivino el futuro que le espera a lo que tengo previsto. Esta vida será aún muy difícil. (Pág. 260)

Y las dificultades continuaron. Lo vemos referido en otra carta para Gersdorff.

La divulgación de mi libro será difícil: una excelente recensión que Rohde ha hecho para el Litterarisches Centralblatt ha sido rechazada por la redacción. Esta ha sido la última posibilidad de que una voz se pronuncie en una publicación científica a favor de mi libro: ahora ya no espero nada — o iniquidades o necedades. Pero cuento con una andadura lenta y silenciosa — a través de los siglos, te lo digo con la máxima convicción. Pues aquí han sido dichas por primera vez algunas cosas eternas: eso debe tener resonancia. De mí mismo no me preocupo: pues no quiero nada para mí, y menos que todo hacer carrera. Ahora me ocupo serenamente de mis problemas pedagógicos[8].

Tras la tarea de la divulgación se presentaron diversos problemas acerca de dónde publicar la obra. Nietzsche quería que su escrito fuese publicado en una revista científica para poder mantener alejado el suelo metafísico de ella. Es así como le escribe a Rohde la necesidad de tener cuidado sobre esto. Una pequeña comunidad estaba a favor de su libro, solo los honrados filólogos, como Nietzsche les llama, mantienen un absoluto silencio. Por ello, en este sentido, no puede darse el lujo de que la publicación de su libro caiga en manos de cualquier recensión.

Contrario a su deseo, la primera reseña de la obra no sale a la luz sino en la Rivista europea de Italia, junto a una nota que elogiaba la revista musical de Fritzsch. De esta manera su trabajo es puesto bajo las directrices de lo musical y no desde un área académica como deseaba. Por estos días expresa ante Rohde estar pareciendo ridículo ante sus colegas, el silencio continúa e incluso en las cartas ya no se dirigen a él con la cortesía usual. Además, recibió un comentario sobre su artículo Homero y la filología clásica en donde se le decía «¡Otro trabajo así y está acabado!». Sin embargo, ante esto el entonces profesor Nietzsche actúa con serenidad y no quiere más que seguir empujando a esta gentuza hacia las cosas que no quieren ver sus estúpidos ojos (pág. 285) Se siente contento –le dice a Rohde– de que ahora se encuentren dentro de la trinchera académica con las antorchas incendiarias en la mano.

Será, especialmente, su gran amigo Rohde el primero en escribir una exhaustiva recensión de El nacimiento de la tragedia[9]. La publicación rompe el silencio que hasta entonces había arropado el libro y su amigo Gersdorff, el 31 de mayo de 1872, le da noticias acerca del ataque de Wilamowitz contra el libro bajo el título «¡Filología del futuro! Una respuesta al NT de Friedrich Nietzsche». A lo que Nietzsche responde la pena que siente que se trate precisamente de Wilamowitz[10]. Al principio, en una carta a Rohde, admite haberse puesto nervioso tras el escrito, pero luego que lo tuvo en sus manos se tranquilizó completamente. Nietzsche califica el panfleto como inmaduro. En palabras textuales le dice a Gersdorff.

Mi querido amigo: Para que te tranquilices completamente con respecto a mí y no pienses quizás que paso los días en un estado de irritación, te escribo que apenas he leído el panfleto me ha vuelto la paz al corazón. ¡No hay ni siquiera una palabrita que me alcance! Todo es, hasta en el detalle más pequeño, falsificación, incomprensión, malevolencia. Sin duda, el muchachito merece un correctivo (…) (pág. 298)

Y Wagner ante todo esto intercede publicando una carta abierta en el suplemento dominical Norddeutsche Allgemeine. Por otra parte, Nietzsche se lo comenta a su maestro Ritschl esperando una alegría de su parte, pero no fue para él ninguna gracia que un artista revolucionario «de vanguardia» interviniese en una polémica sobre filólogos. A la par, Rohde preparaba un escrito contra Wilamowitz, al que Nietzsche, una vez más siente la necesidad de que aparezca publicado en una revista científica y no en una editorial musical como la de Fritzsch. La editorial se llamaba Teubner y, como era de esperarse, la súplica fue rechazada ipso facto por Ritschl. El escrito que Rohde preparaba tenía como título La pseudofilología del Dr. Ulrich von Wilamowitz-Möllendorff. Carta abierta de un filólogo a Richard Wagner. Empezaba de esta manera una rivalidad que separaría a Nietzsche del ámbito académico e iniciaría su vida como filósofo errante. Por lo que podemos decir que las inquietudes del joven Nietzsche nunca cesaron sino que, por el contrario, se mantuvieron vivas, incrementándose hasta el final de sus días.

[1] En 1865, estudiando en Leipzig, Nietzsche encontró en una tienda de antigüedades la obra de Arthur Schopenhauer «El mundo como voluntad y representación».

[2] El primer encuentro con Richard Wagner tuvo lugar en la casa del profesor Hermann Brockhaus, cuñado de Wagner, el 8 de noviembre de 1868.

[3] Dicha composición fue creada entre el 2 y el 7 de noviembre de 1871.

[4] Nietzsche pronuncia su lección inaugural en Basilea exactamente el 28 de mayo de 1869.

[5] Esta conferencia fue pronunciada el 1 de febrero de 1870.

[6] Del 12 al 14 de octubre de 1871 Nietzsche se encontró con Carl von Gersdorff en Leipzig. El 15 de octubre celebraron junto con Rohde, Gustav Krug y Wilelm Pinder el cumpleaños número 27 de Nietzsche.

[7] Fritzsch tenía una editorial musical.

[8] Nietzsche se preparaba para dar unas conferencias tituladas «Sobre el futuro de nuestros centros de enseñanza»

[9] La elaboración de la recensión fue publicada en el suplemento dominical Norddeutsche Allgemeine Zeitung.

[10] Diversos estudios han otorgado información importante: Wilamowitz y Nietzsche habían coincido como compañeros, en distintos niveles, en la escuela de Pforta. Hipótesis señalan que el fondo de la polémica no está fundado en motivaciones científicas sino de carácter personal como relacionada con el maestro de Wilamowitz, Otto Jahn. Éste último siempre fue el más grande adversario del maestro de Nietzsche, Ritschl.